jueves, 29 de enero de 2009

AL QUE LE PUEDA INTERESAR

ESCRITO POR MI AMIGO J.A. GONZALEZ(PINK)


DOCE PRECEPTOS INMANENTES PARA ESPÍRITUS EPICÚREOS


1. Levántate temprano. Durante unos segundos permanece sentado en la cama, reflexiona que has nacido de nuevo. Desayuna frugalmente. Da gracias a la naturaleza por proveerte de salud para poder vivir esta corta vida.

2. Cultiva la amistad. Es uno de los más grandes tesoros a los que una persona puede acceder. La amistad es un terreno fértil. Abonado con la semilla del respeto empieza a echar sus frutos cuando sin pedir nada a cambio lo tienes todo.

3. Se consecuente. Recuerda que tus actos, hoy, determinarán los hechos del mañana. No te dejes dominar por el rencor, éste acaba por robarte la virtud, lo más preciado. Estarás más tranquilo pidiendo disculpas tantas veces como daño hayas hecho. Cuando pidas disculpas por tus yerros mira a los ojos y sincérate. La persona que te observa se sentirá reconfortada. Tú, estarás en paz y lleno de gozo.

4. Memento Mori (recuerda que has de morir). Un motivo más que suficiente para disfrutar de la vida y de todos los placeres razonables que de ella derivan. La parca, es un paso más, un trayecto, un expiro que se evapora en la inmensidad de la nada. No se la puede evitar. Vive pues, sin miedo a la vida. Piensa en su brevedad, en su unicidad, en su fugacidad. Destierra a Tánatos (la muerte). Da la bienvenida a Eros (la vida) y ten presente el placer individual como algo excepcional y único. Tu felicidad depende de las pulsiones controladas, ya sean, sicológicas o fisiológicas de tu cuerpo, escúchalas y actúa conforme a lo dicho. La vida de una persona es la experiencia única más grande y bella que puede alcanzar cualquiera que desee vivirla. Reflexiona sobre el privilegio de vivir en finitud, eso te hará valorar aún más tu estancia en este mundo. Ten siempre presente que cada día desaprovechado o cada noche excesiva de sueño es desear morir poco a poco.

5. Desconfía de curas y políticos. No son gente sana. Desoye los cantos de sirenas de una desgracia que adolece de tancredismo. Los primeros te robarán la inmanencia natural del ser, tu corpus filosófico, tu libertad de poder pensar por sí mismo, de dirigir tu propia vida, de encauzar tus ideas sobre el camino virtuoso de la experiencia. Todas tus decisiones son soberanas. Los curas no pueden determinar tus actos, tus deseos fisiológicos, ni tu manera secular de ver la vida. Los segundos son iguales, o, peores, mienten para poder teñir de verdad las falsas promesas.

6. No seas ni comunista, ni socialista, ni conservador, ni siquiera nacionalista. Las ideologías terminarán por consumirte, cercenan la inteligencia y privan la libertad de pensar con autonomía, degradando a la persona hasta límites que rayan la idiocia. Las ideologías son peligrosas, tiranizan a la gente, los vuelve insensatos, mendaces y brutos. Ten ideas, propuestas y sentido común.

7. Ama la naturaleza y todos los seres que esta provee. Recuerda que esta misma naturaleza es un inmenso jardín habitado por ninfas, faunos y sátiros. Todas tienen espacio en algo que no debería pertenecer a nadie, salvo a la propia madre de todas las madres. Ten siempre presente que todo daño que causas a la tierra y a sus seres privados de razón humana es perjuicio que te causas a ti mismo, pues estarás dando pábulo al animal aletargado que llevas dentro.

8. Estudia y lee filosofía. La ciencia del conocimiento te quitará la venda de los ojos. Verás la vida tal como es y no como te la pintan los falsos profetas y los ineptos ministros que administran lo temporal. En algunos libros y autores de filosofía se encuentran las claves para comprender el pensamiento occidental de los últimos veinticinco siglos. La filosofía recarga el espíritu de energía vital, te hace cuestionar muchas cosas establecidas por decreto, despeja los miedos, ahuyenta la superstición, y manda los dioses a paseo. Deja de andar en taca-taca. Ilústrate con los pensadores de la antigüedad, de aquí deriva toda la filosofía que a ido alimentado este vasto campo intelectual hasta nuestros días. Lee a Epicuro, a Demócrito, a Diógenes, a Lucrecio, a Plutarco. Lee también autores del Renacimiento como por ejemplo a Montaigne. Luego, más temprano que tarde, llegará Nietzsche y lo pondrá todo patas arriba.

9. Este precepto tiene que ver con el anterior. Si la filosofía es causante de la claridad de juicio, asegúrate de que haces buen uso de ella. Enriquécete individualmente, no te envanezcas. No te aproveches de ella y tus conocimientos para corromper espíritus puros. Úsala para alumbrar caminos, para abrir ventanas, para oxigenar espacios viciados, pero también, si llegase el caso, para agrietar los muros que mantienen el pensamiento liberador; castrado, congelado, apozado.

10. No temas a Dios. No tienes porque temer a algo abstracto e improbable. Dios no te puede ayudar ni te puede perjudicar. Puesto que las invenciones divinas están construidas sobre la estulticia del ingenuo. Se pagano. Se hedonista. Se nietzscheano. Si tienes que creer en algo o en alguien, que sea de este mundo, cree en algo que puedas verificar con tus cinco sentidos, no te dejes llevar por la fábula judeocristiana, principal culpable de todos los males que arrastra el mundo. Si tienes que adorar a algo concreto empieza por la naturaleza que es tu verdadera madre.

11. No seas celoso, no caigas en la trampa de las pasiones desbordadas. El celoso cree que su pareja es de su dominio, y sólo pertenece a él sobreprotegiendo a ésta como un trofeo de caza. Después viene el embalsamamiento y exposición como figurita decorativa tras los barrotes de un paripé llamado matrimonio. La sumisión, el olvido y la posterior muerte para el mundo llega cuando la mujer u hombre olvidan su dignidad personal para entrar en un círculo de enemistades peligrosas.

12. Controla tus instintos más inestables. Una decisión precipitada, un acto insensato o un arrebato iracundo hacia algo o alguien desestabiliza la serenidad del ser. Toma las riendas de tus emociones, adminístralas con sobriedad. Se cauto, templado y reflexivo. El único medio para alcanzar esa misma serenidad es una actitud ataráxica para contigo mismo y con los que te rodean. Hago mía la máxima de Plutarco para este precepto: “En modo alguno hemos de enfadarnos con las cosas; nada les importan nuestras iras”.


Líbreme, lector, de que la finalidad de estos preceptos aquí representados vayan encaminados a imponer, manipular o adoctrinar a nadie. Nada más lejos de mis propósitos. Al igual que otros artículos míos, la única finalidad, la pretensión final es la de provocar, incitar y fomentar la reflexión. Hacer pensar y mover el motor del pensamiento que es el que en definitiva nos mantiene despiertos ante las sombras que a veces se apoderan de nuestro espíritu. Por tanto te pido que no los sigas al pie de la letra si lo considerases oportuno. Estás en todo tu derecho de desconfiar de mí. Tienes legitimidad para dudar de lo arriba escrito, pues ni soy portavoz de la verdad, ni aspiro a serlo, ni quiero que lo tomes esto como algo a seguir al pie de la letra. Haz lo que te dicte la razón. Tu razón. No la de terceros. Estos preceptos salidos de mis reflexiones personales, son sólo eso, pensamientos, derivados de todo aquello cuanto me rodea, me inquieta y me afecta como ser humano material e inmanente.


José A. A. González

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