jueves, 4 de octubre de 2012

EL BUQUE DE LOS NECIOS.

Érase una vez un capitán y sus oficiales que se volvieron tan presumidos, tan llenos de arrogancia y tan pagados de sí mismos, que se volvieron locos. Pusieron rumbo al Norte hasta encontrarse con icebergs y témpanos peligrosos y, a pesar de ello, mantenían la misma dirección adentrándose cada vez más en las gélidas y temibles aguas, únicamente para darse el gusto de demostrar su pericia en tan temeraria navegación. Como quiera que el barco se acercaba más y más al Norte, los pasajeros y la tripulación mostraban cada vez mayor inquietud, y comenzaron a debatir entre ellos y a quejarse de sus condiciones de vida. -¡Que me zurzan si este no es el peor viaje que he realizado en mi larga vida de marino! La cubierta está resbaladiza por el hielo; cuando estoy de vigía, el viento helado me introduce el frío hasta los huesos; cada vez que tengo que arriar velas, se me congelan los dedos, y todo por cinco miserables chelines al mes. -¡Tú te crees que estás mal! ¿verdad? ¡Yo por el frío no puedo ni dormir ya que en este barco a nosotras no nos dan las mismas mantas que a los hombres! -le espetó una pasajera. ¡Es una injusticia! Un marinero mejicano exclamó: -¡Hijo de la gran chingada! A mi sólo me dan la mitad de sueldo que le dan a los gringos y, encima, la comida que me sirven es menos que la que dan a un anglo, con la falta que me hace para mantenerme mínimamente caliente aquí y, lo peor de todo, es que siempre nos dan las órdenes en inglés, en vez de en español. -¡Yo tengo más razón que nadie para quejarme! exclamó un marinero indio. Si los rostros pálidos no nos hubieran robado nuestras tierras y riquezas ancestrales, no estaría ahora en este barco en medio de vientos árticos e icebergs. Estaría en una canoa remando en un plácido lago. ¡Merezco una compensación! Como mínimo, el capitán debería dejarme organizar unas partidillas de dados para ganar algún dinero. Habla el contramaestre diciendo: -¡Ayer el segundo oficial me llamó marica! Sólo porque a mí me guste chupar pollas, no es razón para que me insulten. -¡No sólo los humanos sufren maltrato en este barco! -dijo con indignación un pasajero amante de los animales. Sin ir más lejos, la semana pasada vi al tercer oficial darle dos patadas al perro del barco. Uno de los pasajeros, que era profesor de Universidad, retorciéndose las manos, exclamó: ¡Todo esto es terrible! ¡Es inmoral! ¡Es racismo, sexismo, crueldad, homofobia y explotación de los trabajadores; es discriminación! ¡Necesitamos justicia social! ¡igualdad para el marinero mejicano, sueldos más altos, compensaciones para el indio, igual trato para hombres y mujeres, derechos formales para chupar pollas y no más patadas al perro! -¡Sí! ¡Sí! -gritaron todos los pasajeros -¡Ahí, ahí! -gritaba la tripulación. -¡Es discriminación! ¡Tenemos que demandar nuestros derechos! El grumete carraspeo: -¡Todos tenéis buenas razones para quejaros! Pero a mí me parece que lo que tenemos realmente que hacer es dar la vuelta y dirigirnos al sur, porque si seguimos este rumbo tarde o temprano seguro que naufragaremos y, entonces, tus salarios, tus mantas y tu derecho a chupar pollas no valdrán para nada porque nos ahogaremos todos. Pero nadie le hizo el menor caso, porque sólo era un grumete. El capitán y sus oficiales que desde el castillo de popa habían estando escuchando y observando la escena, ahora sonreían y se guiñaban el ojo. El capitán hizo un gesto al tercer oficial, y éste bajó del castillo de popa hasta donde se encontraba la tripulación y pasajeros, mezclándose con ellos con un andar chulesco. Poniendo una expresión seria rompió a hablar. -Nosotros los oficiales hemos de admitir que han ocurrido hechos inexcusables. No nos habíamos dado cuenta de la gravedad de la situación hasta no haber oído vuestras quejas. Somos gente de buena fe y queremos ser justos con vosotros ¡pero, como sabéis, el capitán es un poco conservador y quizá habría que pincharle un poco para poder conseguir algún cambio sustancial! En mi opinión si protestáis contundentemente, siempre que sea pacíficamente, podremos mover al capitán de su inercia y forzarle a afrontar los problemas de los que tan justamente os quejáis. Después de haber dicho esto, el tercer oficial se dirigió al castillo de popa. Mientras se alejaba, los pasajeros y la tripulación le gritaban: ¡Moderado! ¡Reformista! ¡Neoliberal! ¡Lacayo! Pero aun así, hicieron lo que él les dijo. Los pasajeros se juntaron frente al castillo de popa y entre gritos e insultos, demandaron sus derechos a los oficiales. -¡Yo quiero recibir órdenes en castellano!- gritó el mejicano. -¡Demando mi derecho a poder organizar partidas de dados! -gritó el marinero indio. -¡Quiero que me dejen de llamar marica! -exclamó el contramaestre. -¡Que dejen de dar patadas al perro! -gritó el amante de los animales -¡La revolución ahora! -chilló el profesor. El capitán y los oficiales, se reunieron y deliberaron durante varios minutos, guiñándose el ojo, asintiendo con la cabeza, sonriéndose unos a otros todo el rato. A continuación, el capitán se dirigió a la barandilla del castillo de popa y con grandes muestras de benevolencia anunció que al mejicano se le subiría a dos tercios del sueldo de los anglos y la orden de arriar velas se la darían en castellano, las pasajeras recibirían una manta más, que el marinero indio podría organizar partidas de dados los sábados a la noche, que al contramaestre no se le llamaría marica si chupara pollas en la intimidad y nadie podría dar patadas al perro, excepto si roba comida. Los pasajeros y la tripulación celebraron estas concesiones como una gran victoria, pero a la mañana siguiente volvieron a estar insatisfechos. ¡Seis chelines al mes es poco dinero! Cada vez que arrío velas se me congelan los dedos -refunfuñaba el marinero. ¡Y todavía no gano lo mismo que los anglosajones, ni me dan suficiente comida para este clima -se quejó el marinero mejicano. ¡Las mujeres no tenemos mantas suficientes! -dijo una pasajera. Los otros miembros de la tripulación y pasajeros protestaban de forma similar y el profesor les azuzaba. Cuando habían finalizado sus quejas, el grumete tomó de nuevo la palabra y hablando en alto, para que el personal no pudiera no darse por enterado dijo: ¡Es terrible dar patadas al perro, porque robe un poco de comida de la cena, y el que las mujeres no tengan igual número de mantas o que al marinero se le congelen los dedos, y no veo por qué el contramaestre no puede chupar pollas si le da la gana, pero: ¡mirad cuántos icebergs hay ahora! Y cómo sopla cada vez más el viento. ¡Tenemos que dar la vuelta e ir hacia el Sur, porque como sigamos al Norte seguro que naufragaremos y moriremos ahogados. -Sí, sí -dijo el contramaestre. ¡Es terrible que sigamos al Norte, pero ¿por qué tengo que chupar pollas en el armario? ¿por qué me llaman marica? ¿acaso no soy igual que los demás? -Seguir al Norte es terrible, es precisamente por eso que las mujeres necesitamos más mantas ¡ahora! -Es verdad! -dijo el profesor- yendo al Norte nos ponen en dificultades, pero cambiar el rumbo al Sur no sería realista. ¡No se puede dar la vuelta al reloj!. ¡Tenemos que buscar una forma madura de enfrentarnos a la situación! ¡Mira! -dijo el grumete- si dejamos en el castillo de popa a esos cuatro locos seguir con lo suyo, nos ahogaremos todos, pero si sacamos el barco del peligro, podremos preocuparnos después de las condiciones de trabajo, las mantas para las mujeres y el derecho a chupar pollas, aunque primero tenemos que dar la vuelta al barco. Si nos juntarnos algunos y preparamos un plan de acción con coraje, podremos salvarnos; no haría falta mucha gente: con seis u ocho lo podríamos llevar a cabo. Podríamos tomar el castillo de popa, echar a esos colgados por la borda y dirigir el barco al Sur. El profesor levantó su nariz y dijo severamente-. -¡No creo en la violencia! ¡Es inmoral! -No es ético utilizar la violencia jamás -dijo el contramaestre. -¡Desconfío del uso de la violencia! -dijo una pasajera. El capitán y sus oficiales habían estado observando toda la escena, y a una señal del capitán, el tercer oficial volvió a bajar a cubierta, y mezclándose entre los pasajeros, dijo: Todavía quedaban muchos problemas en el barco, hemos logrado importantes avances. Pero aún siguen siendo duras las condiciones de trabajo para los marineros, el mejicano no gana todavía igual que los anglosajones, las mujeres aún no tienen las mismas mantas que los hombres, el derecho a poder organizar partidas de dados los sábados es, ciertamente, una pobre compensación por el robo de las tierras a sus antepasados, es injusto que el contramaestre deba chupar las pollas en el armario y que el perro se sigua llevando patadas de vez en cuando. Creo que hay que presionar un poco más al capitán. Sería de gran ayuda si hicierais otra protesta, siempre que ésta no sea violenta. Mientras el tercer oficial volvía al puesto, todos le insultaban pero, al final, hicieron lo que éste propuso. El capitán, una vez escuchadas sus quejas, se reunió con sus mandos en conferencia, durante la cual se guiñaron el ojo y sonrieron abiertamente; entonces se fue hacia la barandilla del castillo de popa y anunció que a los marineros le darían guantes para mantener las manos calentitas, el mejicano recibirla tres cuartas partes del salario de los anglosajones, a las mujeres se les entregaría otra manta más, al marinero indio le dejarían organizar partidas de dados los sábados y domingos y al contramaestre le dejarían chupar pollas en público a partir de¡ anochecer y nadie podría darle patadas al perro sin un permiso especial del capitán. Los pasajeros y la tripulación quedaron extasiados con esta gran victoria revolucionaria, pero a la mañana siguiente, de nuevo se sintieron insatisfechos y comenzaron otra vez a quejarse de lo de siempre. Entonces, el grumete empezó a irritarse y les grito: ¡Malditos necios! ¿no veis lo que hacen el capitán y sus mandos? Os tienen ocupados con vuestras quejas triviales de mantas, salarios, mamadas y el pobre perro, para que no penséis que lo que realmente va mal en este buque, es el hecho de que cada vez vayamos más al Norte y que todos moriremos ahogados. Si únicamente alguno de vosotros despertarais y atacásemos juntos el castillo de popa, podríamos virar en redondo y salvarnos. Pero lo único que hacéis es quejaros de cosas banales como el juego de los dados, chupar pollas o las condiciones de trabajo. ¡Banales! -gritó el mejicano. ¿Tú crees razonable que yo cobre un cuarto menos de salario que un gringo?, ¿es eso insignificante? -¡Cómo puedes llamar a mi queja algo trivial! -gritó el contramaestre. ¡No sabes lo humillante que es que te llamen maricón. -¡Pegar al perro una cosa sin importancia! -espetó el defensor de los animales. ¡Es cruel, inhumano! ¡Brutal! ¡Vale pues! -dijo el grumete. Estos problemas no son insignificantes ni triviales; pegar al perro es cruel y brutal, y es realmente humillante que te llamen maricón, pero la magnitud de nuestro problema principal, el hecho de que el barco cada vez vaya más al Norte, hace que estas quejas se conviertan en insignificantes y triviales. ¡Porque si no damos la vuelta al buque todos moriremos ahogados! -¡Fascista! -le llamó el profesor. -¡Contrarrevolucionario! -le gritó la pasajera. Y todos los demás pasajeros y miembros de la tripulación comenzaron a tachar al grumete de fascista y contrarrevolucionario y echándole a un lado, siguieron hablando de salarios, igualdad de mantas, derechos a hacer mamadas en público y de los malos tratos al perro. Mientras tanto, el barco, que seguía rumbo al Norte, después de un breve lapso quedó atrapado entre dos icebergs, muriendo todos ahogados. Ted Kaczynski
Hasta que el poder del sistema industrial haya sido destruido completamente, la destrucción del sistema debe ser el ÚNICO objetivo de los revolucionarios". Theodore Kaczynski ante la Corte Federal. Theodore Kaczynski fue profesor de matemáticas en la Universidad de California hasta que en 1970 decidió romper con la civilización. Vivió completamente sólo en una cabaña en las montañas de Montana y desde 1978 hasta 1995 fue el hombre más buscado de América, su cabeza llegó a valer 1 millón de dólares. Un equipo de especialistas del FBI interrogaron a 10.000 sospechos@s y gastaron 50 millones de dólares en un intento sin éxito de detenerle. El FBI tuvo que admitir que era muy inteligente y un experto en manipulación de explosivos. Theodore Kaczynski luchaba y lucha por el regreso a la "vida salvaje" a través de "una completa y permanente destrucción de la sociedad industrial moderna en cada parte del mundo", para reemplazar esta sociedad impersonal, esclava y alienada por otra de pequeños grupos sociales. Desde el año 1978 hasta 1995 colocó 16 bombas, resultando muertas 3 personas e hiriendo a otras 23. En estos momentos Theodore Kaczynski se encuentra cumpliendo una cuadruple cadena perpetua en Colorado.
cabaña donde vivió Theodore Kaczynski. Theodore Kaczynski. El primer dispositivo que colocó, una caja de cigarros que contenía cabezas de cerillas y detonadores, fue encontrada en el parking de la Universidad de Illinois (Chicago) el 25 de mayo de 1978. Esta bomba iba dirigida a un profesor del Instituto Politécnico de la Universidad, pero se reenvió a la Universidad de Northwestern donde explotó hiriendo a un vigilante de seguridad del campus que abrió el paquete por considerarlo sospechoso. El segundo dispositivo explotó en la Universidad de Northwestern casi un año después, el 9 de mayo de 1979, hiriendo levemente a un estudiante. Pero fue la explosión de la tercera bomba colocada en la panza de un Boeing 727, un vuelo comercial entre Chicago y Washington realizado el 15 de noviembre de 1979, que hirió a 7 personas la que llevó al FBI a involucrarse en el caso. Esta tercera acción supuso que se conocieran las dos primeras, colocando a los federales en una larga e infructuosa búsqueda del "luddita letal" de América. Esta nueva situación no detuvo a Theodore Kaczynski que envió a Percy Wood, presidente de United Airlines, un libro bomba que le hirió el 10 junio de 1980. El ataque a Wood llevó al FBI a denominarlo con el nombre policial de "Unabomber" ("Un" proviene de University y de United Airlines objetivos iniciales de sus ataques). La quinta bomba fue colocada en una clase de la Universidad de Empresariales de Utah, el 8 de noviembre de 1981. Nadie salió herido. Dos meses después el 5 de mayo de 1982 una bomba hirió a una académico de la Universidad de Vanderbilt en Nashville. El 2 de julio de 1982 "Unabomber" coloca una bomba en la Universidad de California. Durante la semana de vacaciones se encontró el paquete bomba en el suelo de la cafetería del Departamento de Ingeniería del Campus de Berkeley. Un profesor de electrónica resultó seriamente herido ya que su cara y manos se vieron muy afectadas cuando desenvolvió el paquete al confundirlo con un "instrumento de medición". Tres años después ataca directamente a la "bestia" de Berkeley dejando un paquete bomba en la sala de ordenadores, el 15 de mayo de 1985, que le hizo perder un dedo de la mano derecha al estudiante de matemáticas que lo abrió. En menos de mes, el 13 de junio de 1985, fue atacada por segunda vez la Boeing Corporation al recibir una bomba la oficina de Washington que fue interceptada antes de causar daños. Menos afortunado fue el ayudante de un profesor de la Universidad de Michigan, al abrir el paquete que iba dirigido al profesor el 15 de noviembre de 1985. La siguiente bomba estaba disimulada bajo una tabla de madera y la colocó en un parking de California, al lado de un almacén de ordenadores, el 11 de diciembre de 1985. El encargado del almacén encontró la bomba y al cogerla la dobló resultando muerto. Esta es la primera acción en la que resulta muerta una persona. El siguiente ataque fue otra vez en un almacén de ordenadores el 20 de febrero de 1987 en Salt Lake City. De nuevo resultó herido el encargado de la tienda. Una cajera aseguró haber visto a un hombre con un pasamontañas cerca del lugar, es la primera vez que el FBI está tan cerca de identificarlo. La valoración que hizo el FBI de los motivos que llevaban a "Unabomber" a colocar bombas hizo que se le viera como un "chiflado solitario" que actuaba guiado por cuestiones personales. Después de que pasasen bastantes años sin obtener resultados, el grupo especial de operaciones del FBI dedicado a este caso fue temporalmente disuelto. Pasaron cinco años hasta que "Unabomber" colocó dos nuevas bombas, una el 22 de junio de 1993 en la Universidad de California que hirió a un genetista y la otra colocada dos días después en la Universidad de Yale, causa heridas graves al conocido programador David Gelernter. En esta época "Unabomber" envió un comunicado al New York Times explicando que el autor de las bombas era el Freedom Club (Club de la Libertad), anarquistas anti-tecnología. Rápidamente se reconstituyó el grupo especial de operaciones del FBI dedicado a este caso pero no pudieron hacer nada por salvarle la vida a Thomas Mosser, directivo de Burson-Marsteller, la agencia de publicidad que intentó recuperar la buena imagen de la compañía Exxon después de la catástrofe medioambiental del Exxon Valdez (1). La bomba fue colocada en la puerta de la casa del directivo el 10 de diciembre de 1994, que al abrirla reventó su cabeza. El 24 de abril de 1995, una pesada caja llegó a la sede de la Sociedad Forestal de California, creyendo que podía ser una bomba y cuando la secretaria del presidente de la corporación no pudo abrirla, se la dio a su jefe a pesar de que iba dirigida al "antecesor" de éste, William Dennison. El presidente de la Sociedad Forestal de California murió debido a la explosión. Esta fue la última acción de "Unabomber". Dos días después, el 26 de abril de 1995, el Freedom Club envió una carta al New Tork Times. Creyendo que era otra bomba el personal del periódico entregó la carta sin abrir al FBI. La carta en realidad contenía un manifiesto. "Unabomber" prometió que no llevaría a cabo más acciones si el manifiesto del Freedom Club "La sociedad industrial y su futuro" era publicado. "Unabomber" declaró "creemos que ha llegado el momento de publicar las ideas antitecnología". El New York Times accedió a publicar el manifiesto. La detención de Ted Kaczynski se debió más a una cuestión de suerte que a la labor del FBI. Su hermano David Kaczynski fue quien le delató, recibiendo la recompensa de un millón de dólares que se ofrecía, la mitad la entregó a los familiares de las víctimas. David siempre había intentado seguir el ejemplo de su hermano hasta el punto de construirse una cabaña y abandonar la sociedad civilizada. Pero al pasar cierto tiempo abandonó esta idea y regresó a su vida anterior Durante el juicio Theodore Kaczynski rechazó a sus abogad@s por querer basar su defensa en una aparente enfermedad mental, y propuso que Tony Serra, un abogado celebre por defender a grupos radicales, llevase su caso. Tony Serra aceptó el caso sin cobrar pero el juez rechazó el cambio por considerar que era ya demasiado tarde. Finalmente fue condenado a una cuádruple cadena perpetua a cumplir en una prisión de máxima seguridad. 1) Petrolero que naufragó en Alaska en marzo de 1989, derramando 30.000 toneladas de crudo que lo convirtió en el peor desastre natural de EE.UU. (nota de traducción) Palabras de Guerra