martes, 2 de marzo de 2010

LA MARCHA DE LOS CIEN DIAS



La huída de 6 guerrilleros andaluces en 1952, desde Sierra de Lujar (Granada) hasta Francia.

Los protagonistas de esta historia son seis guerrilleros de la Agrupación Guerrillera Málaga-Granada, que lograron culminar con éxito una marcha a pie, a través del campo, de más de 1.000 kilómetros, desde el 6 de Junio de 1952 hasta el 14 de Octubre del mismo año, casi siempre de noche, desde la sierra de Lújar, cercana a Motril (Granada) hasta Francia, con sendas patrullas de la Guardia Civil guiados por Salvador Lozano "Martín", un delator que habia desertado de su grupo en Sierra Nevada, persiguiéndoles.

La única cartografía que emplearon fueron los mapas de España en la página doble de un viejo libro escolar de Grado Medio, calculando en él las distancias con un simple palito y sirviéndose, además, de la orientación que les brindaba la estrella Polar.
Debido a su escasez de recursos económicos, los 9 guerrilleros decidieron dar un “golpe económico” cuando tuviesen ocasión, encontrándola en la unión de los límites de las provincias de Granada, Almería y Murcia, en concreto en Puebla de Don Fadrique, logrando 280.000 pesetas. Al efectuarlo en un lugar apartado de sus rutas, esperaban que la Guardia Civil quedase despistada sobre sus objetivos reales de volver a la Sierra de Lújar.

En la acción colaboraron el casero y varios jornaleros de un gran cortijo, que les facilitaron una amplia información sobre Manuel Ballester Martínez, el dueño del mismo, incluyendo sus antecedentes: de simple empleado en Almería, había pasado, gracias a las secuelas de la Guerra Civil, a ser dueño de una gasolinera, de varios cines y de numerosas casas, además del cortijo. Este "nuevo rico" típico de la posguerra, era aficionado a la cacería y obtuvieron información de en qué lugar solía cazar perdices, asi que le montaron una trampa cuando éste iba a cazar, acompañado de su hijo. Les detuvieron, recogieron sus escopetas, y tabaco, y se quedaron con el hijo, que tenía unos 25 años. Acordaron que al oscurecer, el padre les traería el dinero, recuperando a su hijo, y los guerrilleros escaparían a su vez de una emboscada que les había preparado la Guardia Civil, pues el padre había avisado a la “Fuerza” de los hechos.

La emboscada consistía en que el vehículo en que venía el padre era acompañado por otro más, en el que los guerrilleros supusieron que irían los guardias civiles, ya que se paró a unos cien metros del primero con las luces encendidas. Al llamarlo el hijo, el padre, impaciente, acudió presuroso, pero les dijo a los guerrilleros que se había dejado una parte del dinero en su automóvil. Sospechando de la posible celada, no le hicieron caso y le dijeron que se quedara con el resto, desapareciendo rápidamente los maquis en la oscuridad. Como era habitual entre ellos, reparten las 280.000ptas entre los nueve, para que en caso de muerte o apresamiento, el riesgo de perder toda la cantidad fuese menor.

A su vuelta en la Sierra de Lújar, buscan al resto de la Agrupación y descubren que las bases están vacías y los "cordones sanitarios" de la Guardia Civil impiden hacer pesquisas entre los paisanos. También descubrieron que había apostaderos en todas sus "estafetas" o buzones acordados para dejar mensajes, no sabían todavía que la detención de "Roberto" había arrastrado a casi todos sus compañeros y enlaces, y el 6 de Diciembre de 1951 sufría una emboscada de la Guardia Civil en una mina, muriendo dos guerrilleros, conocidos como “Duarte” y “Jerónimo”.
6 de junio: Comienza la marcha hacia Francia
Quedan sólo siete supervivientes, la situación es desesperada, se encuentran acorralados por las fuerzas represivas y sin cobertura popular, entonces es cuando deciden escapar a Francia el 6 de junio. Para colmo después desertaría uno de su grupo, Salvador Lozano “Martín”, cuando estaba de guardia en su puesto en Sierra Nevada; sus compañeros se dieron cuenta al ir a relevarlo y tuvieron que cambiar de posición rápidamente pues esperaban, como efectivamente ocurrió, que al presentarse "Martín" a la Guardia Civil (el 17 de Junio), revelaría los planes de sus compañeros de marchar hacia Francia, su única forma de salvar la vida del pelotón de fusilamiento era delatar a sus antiguos compañeros y colaborar con la Guardia Civil en su captura.



Poco después, en la misma Sierra, los 6 guerrilleros restantes tuvieron un inesperado combate con fuerzas de la Guardia Civil, al intentar suministrarse de víveres en un cortijo situado al lado opuesto de una rambla, bastante ancha, atravesada por un arroyuelo.
Debido al fuerte intercambio de disparos y a la oscuridad de la noche, los guerrilleros se quedaron separados y sin comunicación entre ellos: dos de los guerrilleros habían conseguido cruzar la rambla y los cuatro restantes estaban al otro lado. Estos últimos, al verse sin comida, tuvieron que buscarla en un cortijo, donde cenaron y obtuvieron víveres, pagando al contado los gastos y reanudando rápidamente la marcha. Sin ninguna forma de poder comunicarse entre ellos, deberían confiar en su intuición y experiencia guerrillera para conseguir retomar el contacto con sus compañeros de escapada.
Al amanecer, los guerrilleros estaban lo suficientemente lejos para evitar ser capturados. Se adentraron en la provincia de Albacete a través de los términos de Corral, Rubio y Bonete, llegando a divisar en la lejanía el temido Penal de Chinchilla.
La Marcha
Las marchas eran cortas y durísimas, debido a su desconocimiento de aquel terreno, además de que había luna nueva, que alumbraba poco ya que era verano con noches, por tanto, muy cortas; así que decidieron que más valía la seguridad que la precipitación propia de las prisas, y avanzar con mas lentitud y precaución. Continuaron por Higueruela, Carcelén, Villa de Ves, Casa de Ves y otros pequeños pueblos, tratando siempre de esquivarlos a todos, hasta que llegaron a la provincia de Valencia y, por las cercanías de Cofrentes, atravesaron el río Júcar sin dificultades, por su escaso caudal en verano.
También las marchas eran más largas al ser luna llena y, a veces, caminaron hasta quince kilómetros en una sola noche. Cuando notaron que las provisiones se les acababan, decidieron buscarlas, pero no entre los campesinos por el riesgo de que los denunciaran, sino en las tiendas de comestibles de los pueblos; para ello se pusieron las ropas oscuras de paisano que llevaban en los macutos, guardando sus uniformes de guerrilleros, consistentes en una cazadora “canadiense”, en cuya manga lucían un brazalete donde se leían las letras bordadas A.G.G con la bandera tricolor. (Agrupación Guerrillera de Granada), boina negra, correajes, cinturón militar, camisa de color caqui, botas de hebillas y pantalón de pana marrón. Se arriesgaron y lo hicieron por vez primera en Buñol, acudiendo dos de ellos con sus armas cortas, que escondieron entre sus ropas. Compraron en cuatro tiendas diferentes para no llamar la atención por el volumen de sus pedidos y, al no tener ningún percance, otros dos guerrilleros hicieron lo mismo en las demás tiendas.
Buñol
De Buñol salieron con bastante pan y comida (sobre todo, rancho frío). Igual operación repitieron días mas tarde en la misma provincia de Valencia. Lo que sí evitaban siempre era la entrada en tabernas o bares, pues temían la aparición de algún borracho inoportuno, o verse envueltos en cualquier discusión comprometedora. Otras normas de seguridad que observaban eran: andar casi siempre de noche, cruzar las carreteras, carriles y caminos rápidamente, pero sin circular nunca por los mismos, marchar solamente sobre campo través, saltando de piedra en piedra, o borrar sus rastros con un matorral atado a la mochila, arrastrandolo, evitando dejar huellas, guardar entre ellos la distancia mínima de 10 ó 12 metros, ya en fila india o en orden "de caza", según fuese el terreno, deteniéndose todos si lo hacía el primero; no fumar durante la marcha y permanecer siempre en completo silencio. Sólo fumaban en los descansos, sin encender cerillas, utilizando mecheros de yesca, y camuflando el fuego del cigarrillo, generalmente bajo una manta o con el hueco de sus manos.
El Pastor
Sin problemas atravesaron los municipios de Requena y Chiva. Vista la tranquilidad que parecía respirarse, dos de ellos decidieron vestir de paisano para dar un paseo y reconocer la zona; encontraron un pastor de ovejas y entablaron conversación con él, tratando de que no se les notase su acento andaluz para no levantar sospechas. El pastor mezclaba castellano y valenciano, lo que pudieron entender debido a que uno de ellos había pasado su niñez en Mallorca, donde aprendió el mallorquín, un dialecto parecido al de Valencia.

Le preguntaron al paisano en primer lugar sobre las condiciones de trabajo en aquella zona, y más tarde le comentaron de pasada la tranquilidad que se observaba alrededor, cosa de la que ellos ya se habían percatado al notar que la Guardia Civil hacía sus servicios por parejas, mientras que en Andalucía iban en grupos más numerosos. El pastor les contó que hasta hacía dos meses así había sucedido, pero desde que los guardias civiles acabaron con cuatro “huídos” en un tiroteo, las cosas estaban tranquilas.
Desviaron la conversación nuevamente hacia asuntos de trabajo y se despidieron, con la precaución de hacerlo en dirección idéntica a la que llevaban y, por tanto, opuesta a la en que en realidad estaban sus compañeros esperándoles. Aquella noche, ya de marcha, les caería una fuerte tormenta, camino de Pedralba.
El Turia
Atravesaron el río Turia cerca de Liria, pero no por el puente, donde el fuego de unos cigarrillos les delató la presencia de un control de la Guardia Civil. Como el río iba creciendo y con fuerte corriente, lo cruzaron con mucha dificultad, bajo el peso de sus mochilas y armamento, agarrándose unos a otros por las muñecas, pues dos de ellos no sabían nadar, y estuvieron a punto de ahogarse.
Continuaron la marcha hacia Villar del Arzobispo, ya en la provincia de Castellón.
Durante aquellas noches no observaron nada anormal, avanzando bastante, gracias a la iluminación de la luna llena,aunque su deseo era llegar cuanto antes a terreno montañoso y que se brindara más el camuflaje.

Al adentrarse en esta provincia notaron un movimiento bastante inusual de fuerzas de la Guardia Civil, patrullando en grupos numerosos (a veces de diez o más números) y no por parejas, lo que les hizo ser más precavidos y llegar a la conclusión de que su ex-compañero “Martín” ya se habría presentado a la Guardia Civil, descubriendo sus planes y la ruta de la huída. Por otro lado, también pensaban que esa teoría podía tener un punto flaco y éste era la distancia a la que se encontraban: era demasiada como para ligar una cosa con otra; además, pensaban que la geografía de España es demasiado extensa como para que la concentración se produjera precisamente allí. No sabían todavia que el mismo Teniente Prieto de la "Brigadilla" de la Guardia Civil en Granada, empeñado en capturales, iba tras sus pasos, con la información de “Martin” persiguiéndoles, cohesionando la información que le iba llegando de todos los puestos de la GC.
Descanso en Sta Cruz de Moya
Cabía la posibilidad -sospechaban los integrantes de la marcha- de que algún guardia jurado o algún paisano les hubiese visto y denunciado, y que la Guardia Civil ,relacionando el número de componentes del grupo, supiera que se trataba de ellos y, de ahí, esa concentración inusual de fuerzas. Por consiguiente, decidieron imprimirle un ritmo mayor a la marcha, cruzando los términos de Jérica, Vives y Toro, y se adentraron en la provincia de Teruel, con movimientos alternativos de zig-zag por los municipios de Cantavieja, Tronchón y Las Cuevas.
Sin embargo, a juzgar por sus informes internos, la Guardia Civil siempre creyó que el paso de estos hombres se había producido hacia el interior. En pleno corazón de la sierra, en Santa Cruz de Moya, donde el 7 de noviembre de 1949 había caído el Estado Mayor de la Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón (AGLA) en una sangrienta emboscada, en la que no hubo ni guerrilleros heridos ni prisioneros.
También se sospechaba que este grupo podría entrar en contacto con los "guerrilleros del Levante", pero en aquellas fechas, los últimos contingentes de la AGLA, ya habían abandonado aquellas tierras y estaban cruzando la frontera francesa en retirada, como sus camaradas, a pie, desde Cofrentes y las sierras de Teruel.
El destino ha querido que las diferentes Agrupaciones de ex-guerrilleros de España, en el año 1989, celebraran una reunión en Santa Cruz de Moya y decidieran que se levantara un monumento en memoria de los guerrilleros españoles muertos por la paz, la libertad y la democracia al lado de todos los pueblos del mundo.
Cada primer domingo de octubre se celebra en el pintoresco pueblo de Santa Cruz de Moya, todos los años, el Día del Guerrillero y, frente al monumento, se rinde homenaje a los guerrilleros antifascistas, acompañado de una serie de Jornadas Culturales Monográficas sobre el tema, a las que acuden tradicionalmente investigadores, ex-guerrilleros supervivientes, historiadores, periodistas, novelistas, cineastas y aficionados de todo el mundo, interviniendo en interesantes conferencias, presentaciones, debates y mesas redondas sobre la Guerrilla.
Un dia, al aterdecer, los guerrilleros se suministraron de víveres en Castellote, vestidos de paisano y continuaron hasta el municipio de Valderrobres. Allí, hacia las dos de la mañana, pararon para fumarse un cigarrillo, apoyados en los muros de un caserón derruido, cuando, a unos 40 metros vieron moverse unas sombras: eran guardias que se dirigían al caserón, charlando, y sin saber quienes estaban allí. Los guerrilleros, conscientes del grave peligro que se cernía sobre ellos, y comunicándose entre señas, les cedieron el sitio, deslizándose sigilosamente, sin que los guardias se percataran de su presencia y ocupando su lugar en la tapia. Con toda lógica, y haciendo un alarde de autocontrol, prefirieron evitar el enfrentamiento para no correr mayores riesgos y evitar muertes inútiles. Pero los guardias nunca supieron lo cerca que estuvieron de los lazos corredizos, bien engrasados, de los guerrilleros.
Un tropiezo
Una vez pasado el peligro, se dirigieron a Calaceite, extremando las medidas de seguridad; así, si cruzaban caminos o carreteras durante el día, lo hacían a gatas, pegados al terreno. A veces contemplaban el paso de rebaños y oían las jotas que entonaban algunos pastores, así como una canción que pronto les atañería a ellos, “La Canción del Emigrante”, de Juanito Valderrama.
En Alcañiz compraron víveres y uno ellos tropezó de repente con un guardia civil que salía de un edificio grande, posiblemente un Cuartel. Ocurrió que el guardia estaba vuelto de espaldas a la acera, conversando alegremente con otro compañero que estaba dentro del edificio, cuando, de pronto, se despidió de su interlocutor y echó a andar, dándose de bruces con el guerrillero, cayendo casi ambos al suelo; el guardia, sin imaginar con quién tropezaba, se excusó y cada cual continuó su camino. El guardia que estaba en el interior se hechó a reir. Durante unos dias éste tropiezo fué motivo de bromas entre los huidos.
Ya en Zaragoza, pasaron por Maella y Caspe donde descansaron antes de atravesar el temido y caudaloso Ebro.
El temido Ebro
El río Ebro iba muy crecido, dos de los guerrilleros no sabían nadar; por otro lado, el cruce por los puentes era muy dificil, pues todos estaban vigilados, así que anduvieron por las riberas hasta que encontraron una barca; como remo emplearían una madera que encontraron. Acordaron realizar la travesía en dos turnos; en el primero, tres de ellos -los dos que no sabian nadar con "Fermín", que sí tenía experiencia- con todos los macutos, y los otros tres nadando junto al bote. Pero la fuerte corriente -los que no sabían nadar le gritaban a "Fermín" que adonde llegaba ese río, a lo que les contestaba entre el oleaje "A Tortosa"- impidió culminar con éxito la empresa. 3 de ellos perdieron el contacto con la barca y quedaron aislados, en la ribera Sur del río. Lo intentaron de nuevo pero volvieron a fracasar cuando ya apuntaba el amanecer, así que se ocultaron, pero, al poco decidieron actuar nuevamente aunque fuese de día, no podían perder el tiempo, sabían que el Ebro era la zona más controlada por la GC.
En calzoncillos
Uno de ellos, en calzoncillos y con el hato de sus ropas totalmente empapadas, localizó a un campesino, obligándole a que le entregara las suyas, lo que no dejó de costar una buena discusión entre ellos, accediendo al final y siendo remunerado por ello. Ya con los nervios mas calmados, y habiéndole explicado su difícil situación, el paisano les informó que más abajo se estaba construyendo una casa y que los albañiles contaban con un barquero para atravesar el río con los materiales de construcción. El barquero, logicamente también se negaría a colaborar en un principio, alegando que para la travesía se precisaba el permiso de la Guardia Civil y que él no deseaba tener problemas con ellos; Los guerrilleros lo encañoraron con sus pistolas y finalmente, accedió, transportándoa los tres que faltaban hacia la otra orilla donde les esperaban sus compañeros.
Era precisamente en el intento de atravesar el Ebro, donde la Guardia Civil tenía más esperanza en capturarlos y, todavía, algunos manifiestan su perplejidad ante el hecho de que consiguieran pasarlo. Para retrasar los efectos de la posible denuncia del barquero, al que pagaron 1.000ptas por las molestias, volcaron la barca y dejaron que se la llevara la corriente. El paisano y barquero despues darían conocimiento a la GC, teniendo que abonarles las cantidades recibidas por los guerrilleros.

Una vez ganada la otra orilla, y bajo la luz solar, siguieron caminando en zig-zag y en diagonal, en la dirección del curso del rio, que quedaría cada vez más atrás, mientras veían sendas patrullas de guardias civiles buscándoles afanosamente a ambos lados del río. Sólo se detuvieron para descansar unas horas al atardecer.

Caminaron sin parar aquella noche y las siguientes, por los términos de Fayón y Mequinenza, atravesando sin dificultades el Segre y descansando, luego, dos días. La proximidad de la frontera, cada vez más cerca, les levantó la moral.
El Dilema
El dilema que se les presentaba ahora era decidir si alcanzar la frontera por el Valle de Arán o por Huesca; finalmente decidieron que fuesen las circunstancias las que determinasen la dirección a seguir, pensando que así sus perseguidores no podrían prever un itinerario que ellos mismos desconocían. Abandonaron la provincia de Zaragoza para adentrarse por la de Lérida y, dos de ellos, entraron en la misma capital, comprando suministro en varias tiendas. Fue, hasta entonces, la única ocasión en que compraron bebidas alcohólicas, en concreto una botella de coñac.
Siguieron por los municipios de Balaguer y Albesa y volvieron a descansar de día, con el objetivo, ya decidido, de no aproximarse al Valle de Arán o a Andorra, sino de pasar los Pirineos a través de las cumbres mas altas que divisaban, pues creían que estarían menos vigiladas al ser mas escabrosas. La experiencia les demostraria que sólo contaban con parte de razón ya que, si bien estaban desguarnecidas y sin vigilancia, en su acceso, era casi inevitable tropezar con algún fortin de piedra, con aspilleras camufladas por medio de matojos secos. También había sabinas bastantes grandes, cuyas ramas ocultaban piedras amontonadas que parecían nidos de fortificación.

Atravesaron un rio, posiblemente afluente del Segre, adentrándose en la provincia de Huesca, por Estopiñán y Estadilla. Dos de ellos entraron en Barbastro, donde uno de los guerrilleros se puso muy nervioso al observar a muchos soldados, ya que se encontraron con que se trataba de una fuerte plaza militar; para tranquilizarlo, su compañero le invitó a tomar algo en una taberna, pero, cuando ya estaban sentados, aquel palideció de repente: había visto a un guardia civil asomado a la puerta, que les miró y que se marchó al momento, sin entrar siquiera. Sin embargo, en la calle todo estaba normal y es que, probablemente, el guardia estaría fuera de servicio y buscaría a algún compañero o amigo entre los clientes y, al no hallarlo, se marchó sin entrar.
Uno de los maquis entró en una confitería donde compró pasteles y algunas botellas de coñac y de “Licor 43”. Para que el dueño no sospechara, comentó que era para un bautizo en el que él era el padrino y tío de la criatura; seguidamente, abandonaron el pueblo.
El Pirineo
Aunque esta idea de comprar licores no fuese preconcebida, luego, mostraría su utilidad, cuando tuvieron que caminar sobre la nieve; de hecho, ya en Francia, les dirían que otros compañeros habían llegado con los miembros inferiores totalmente congelados.
Reemprendieron la marcha por los términos de Naval, Alquézar, Boltaña y Bielza; caminaban por la mitad de las laderas para esquivar cualquier sorpresa procedente de los nidos fortificados. Si se encontraban con niebla, caminaban de día y, cuando se disipaba, permanecían totalmente pegados al terreno y sin moverse. Fue entonces cuando observaron a un pastor con su rebaño de ovejas, cerca de una cueva habilitada como corral y de otra más pequeña. Al oscurecer, vieron que el pastor se dirigía hacia ellas, encerrando el ganado y encendiendo fuego en la otra, para prepararse la cena. Se dirigieron a cenar con él y durante la conversación, el pastor les explicó cómo podían alcanzar la frontera, pero ellos le expusieron que el mejor práctico del terreno sería él y, aunque estaba remiso a dejar allí su ganado, finalmente cedió, con la advertencia, además, de que si los conducía a una trampa, el primer tiro sería para él. Según el pastor, estaban en el Monte Perdido.

Iluminados por la luna, caminaron varias horas sin descanso, hasta el amanecer, ya sobre la nieve, envueltos en una intensa niebla, siempre subiendo y bajando montes, sorteando toda clase de roquedales. Cuando la niebla desapareció, uno de los guerrilleros, observando que tenían el sol del amanecer a la izquierda, le preguntó al pastor si iban bien y, al responder éste afirmativamente, le dieron una bofetada, pues sospechaban que en realidad los estaba llevando de nuevo hacia el sur, lejos de la frontera francesa. Tras beber un trago de coñac, rehicieron lo andado, ...y ya el pastor no volvió a equivocarse.
Alrededor de las once de la mañana, se dispusieron a caminar por un sendero de unos 40 centímetros de ancho excavado en la roca, que bordeaba la pared de un profundo abismo; todo ello, a lo largo de 30 metros y cubierto de nieve muy dura; pegado a la pared había un cable que servía para agarrarse, facilitándoles que pasaran de espaldas al precipicio, con sus morrales y armamento, luchando por sostenerse entre el frío glacial, el fuerte viento que los azotaba y el resbaladizo suelo de hielo.
La suerte volvió a sonreir a los 6 guerrilleros, máxime cuando no se tropezaron con ninguna vigilancia fronteriza, cosa muy extraña, pues según el pastor era éste el único acceso a Francia existente en aquella zona. Finalmente salieron de la zona de nieve,viendo un chalet que parecía deshabitado; a su alrededor se encontraban papeles que habían servido con probabilidad de envoltorios, así como forros de paquetes de cigarrillos, todos ellos escrito en francés. Este detalle les indicó que habían abandonado España, que ya estaban en Francia, por lo que ya dieron crédito a lo que les afirmaba el guía, quien manifestaba lo mismo; le dijeron que se marchara y cada unode los 6 guerrilleros le entregó 1.000 pesetas.
Posteriormente se entregaron con todas sus armas a unos agentes de la Gendarmerie francesa, que, sorprendidos, escucharon su odisea recorriendo España en aquellas condiciones. Les atendieron con todo respeto y corrección, les dieron de comer platos de comida caliente, que los guerrilleros españoles, agradecidos, insistieron en pagar.

Aunque habían alcanzado la libertad, el Régimen de Franco, del mismo modo que hizo con los guerrilleros que lograron escapar al exilio, procuró controlarlos en Francia: las cartas que enviaban a sus familiares o amigos residentes en España, eran interceptadas por la Guardia Civil y se procuraba detectar el lugar de residencia de los huidos. Sabemos, por las cartas que se encuentran en el archivo que la Guardia Civil tiene sobre el maquis que esto ocurrió, al menos, hasta bien entrada la década de los cincuenta.

Para finalizar diremos los nombres de los componentes del grupo: Manuel Pérez Rubiño (a) “Pablo el Motrilero”; Enrique Urbano Sánchez (a) “Fermín”; Miguel Salacedo Cecilia (a) “Gómez”; José Navas Navas (a) “José”; Ricardo Martín Castillo (a) “Viñas” y “Alejandro” y Francisco Martín Alonso (a) “Villena”. El primero de ellos se casó en Francia con una española refugiada y murió en un posible accidente en 1954; Enrique Urbano, fallecido en Nerja en 2002, pensaba que fue en un accidente de tráfico y en esto coincide algún guardia civil al que hemos entrevistado, ...pero en su tierra natal hay muchos que aseguran que el accidente fue provocado, pues alguien habia manipulado los frenos de su camión, y que desde Motril salieron hacia Francia quienes le asesinarían. Cuando Manuel Pérez Rubiño falleció, su esposa ya esta encinta de tres meses.

Los cuatro últimos se afincaron definitivamente en Francia, y sólo Enrique Urbano volvió a su tierra poco después del restablecimiento de la democracia (3).
En su evasión habían tenido fortuna y, sin lugar a dudas, la experiencia que habían acumulado anteriormente durante su actuación en la Sierra, les fue muy útil, pero la mayor parte de sus compañeros en la guerrilla de aquella zona corrieron una suerte distinta, ya que casi todos cayeron, perdiendo muchas veces la vida, en choques con la Guardia Civil, aplicaciones
Los 6 Guerrilleros de los "100 Días"
Manuel Pérez Rubiño “Pablo el Motrilero”, Enrique Urbano Sánchez “Fermín”, Miguel Salacedo Cecilia “Gómez”, José Navas Navas “José”, Ricardo Martín Castillo “Viñas” ó “Alejandro”, Francisco Martín Alonso “Villena”
Basado en el informe presentado en el V Congreso de Profesores-Investigadores en Constantina (Septiembre de 1986), por los profesores José Aurelio Romero Navas, del I.B. "María Zambrano" de Torre del Mar (Málaga) y José María Azuaga Rico del I.B. "J. Rodríguez" de Motril.
(Posteriormente ampliado por J. Aurelio Romero Navas, y contrastado con testimonios de los protagonistas y familiares, e informes del Servicio de Información de la Guardia Civil, en el Archivo de la Dirección General de la GC.)
Fuente: http://locus.vithost.co.cc/eustaquio5/ruta_100dias.html




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